domingo, 22 de enero de 2012

CARLISMO Y NACIONALISMO: INVERSIÓN TÉRMICA

Se dice que hay inversión térmica cuando se registran tenperturas más frías en el valle que en la montaña.

Frustración carlista

Después del llamado "abrazo de vergara", los carlistas comprendieron que ninguna futura tentativa de someter a España a los principios del Antiguo Régimen tendría posibilidad de éxito, además soplaban vientos de modernidad, la industrialización de Bilbao y Barcelona había comenzado, el socialismo cobraba importancia entre el escaso proletariado español.

Nacionalismo vasco

Surgía en Europa otro pensamiento, si se le puede llamar así, que pronto fue abrazado por muchos de los desencantados del carlismo. El nacionalismo como ideología opuesta al socialismo trata de aunar a las clases sociales antagónicas (burguesía y proletariado) bajo la idea romántica de un sólo pueblo que lucha por mantener su idiosincrasia frente a los cambios del mundo moderno y a las influencias externas.

Un país, una idelogía

Pronto la emergente burguesía vasca, y tambien la catalana, comprendió la importancia del nacionalismo y se unió a él frente al proletariado socialista y comunista (el anarquismo nunca tuvo mucha influencia en las vascongadas). No en vano era un excelente aglutinante, aunaba los diferentes anelos, tradicionalismo e independentismo, en uno solo y disolvia las contradicciones de clase.

 Un maqueto adocrinando a  honrados trabajadores vascos

El enemigo de mi amigo...

A partir de ese momento, los antiguos carlistas se unirán con todo aquel que fuera antiespañol, incluso con sus enemigos socialistas y llegarán a luchar contra Franco, aunque muchos de sus ideales coinciden, en ese sentido se da una inversíón: los que deberían haber compartido bando se enfrentaron, de hecho el PNV de Álava, partido muy minoritario en la provincia luchó con los nacionales y más tarde el Gobierno vasco quiso unirse al caudillo cuando todo estaba perdido. Dos ideologías profundamente católicas lucharon hasta la derrota de una de ellas, no hubo compromiso.
De esta nueva derrota surgirá ETA pero esa es otra historia.

domingo, 8 de enero de 2012

LAS VASCONGADAS: REPUBLICA JESUITA

- Poder y caída

En 1604 se creó la Provincia Jesuíta del Paraguay mientras que en Europa y particularmente en España el poder y la influencia de la Compañía iban en aumento lo que provocaba el rechazo de muchos, especialmente de los miembros de las clases ilustradas que no veían con buenos ojos su creciente poder e influencia. Este orden de cosas termina con su expulsión en 1767 por un decreto de Carlos III (antes habían sido expulsados de Francia y Portugal) y el propio Papa Clemente XIV llegaría a ordenar su disolución en 1773.

- Experiencia del Paraguay

Durante el siglo XVIII el peso de la conquista no recae sobre el ejercito sino sobre la Iglesia, especialmente sobre dos ordenes: los franciscanos que pacifican California y los Jesuitas que apaciguan y sedentarizan a los indios guaranies.
La Provincia jesuita del Paraguay supuso para la Compañía de San Ignacio una experiencia inigualable pues se trataba de una extensión como la de la actual Badajoz dividida en Misiones que llegaron a alcanzar las treinta al frente de las cuales se nombraban alcaldes y regidores que integraban el Cabildo que carecía de iniciativa y cuya función consistía fundamentalmente en ejecutar las directivas de los jesuitas al frente de los cuales se situaba el padre provincial.

- Primera Guerra Carlista

En 1815 Fernando VII permite la vuelta de los miembros de la compáñía de Jesús a suelo patrio. Cuando quince años después el monarca fallece, su hija Isabel de Borbón sólo tiene tres años de edad. Carlos María Isidro, hermano de Fernando, reclama sus derechos dinásticos que habían decaído al derogarse la Ley Sálica por la que se impedía el acceso al trono de las mujeres. Los carlistas contarán con el apoyo de ciertos sectores de la iglesia y del campesinado.

- Plan Alternativo

Los jesuitas esperan el triunfo de los partidarios de Don Carlos y son vistos con admiración por los reveldes que no disimulan sus simpatías. En tres ocasiones durante el siglo XIX los católicos más tradicionalistas pondrán en jaque a la España liberal con el apoyo de los jesuitas. Cuando finalmente son definitivamente derrotados, los miembros de la orden ponen en marcha su plan secreto: la creación de una república independiente regida al modo de la Provincia Paraguaya.