sábado, 27 de agosto de 2011

PROHIBICIONES ESPAÑOLAS

ADMINISTRAR LA NADA

En una ocasión pretendí hacer unas obras que consistían en la construcción de un aseo en una nave industrial en un pueblo de Guadalajara, me encontré con un sin fin de requisitos, tenía que contratar a un arquitecto y pedir unos permisos interminables, harto de tanto papeleo solicité una entrevista con el encargado de esos asuntos en el dichoso ayuntamiento de marras.
Aquel hommbrecillo se ratificaba en todos los requisitos que yo quería evitar, en un mommento de la conversación saqué la ley general correspondiente y le dije: -La ley no dice nada de todo eso. Entonces él me contestó impertérrito: -Si, pero yo tengo que administrar esa nada.

PROHIBICIONES PLAYERAS

Con ese ánimo de administrar la nada se han lanzado los políticos españoles a prohibirlo todo, que es lo que un político entiende por admintrar) desde fumar o beber pasando por conducir a más de 110 (ahora vuelve a ser 120 gracias a no se sabe que dios) y a toda una retahila de prohibiciones en la vía pública o en las playas.
Las prohibiciones payeras van de lo comprensible a lo ridículo. Entre las primeras: los perros ¿como no? somos anti perros, los avandonamos, los maltratamos, los ahorcamos... Entre las más absurdas las de no construir castillos de arena de las playas de Tenerife (bajo pena de multa de entre 600 a 1.500 €, ahí es nada) Tambien en Tenerife está prohibido "Escarbar y voltear llas piedras", sin comentarios. En otras playas está prohibido pasear en top less, aquí el problema será saber cuando se está paseando... ¿dos pasos, treinta? Es importante saberlo porque te pueden cascar 1.200 €.
En Tossa de Mar está prohibido follar (lo llaman, los muy cursis, "practicar sexo") Ya puestos, ¿por qué no prohibir insultar al vecino, orinar encima de la barra del chiringuito, escupir al salvavidas... la lista puede ser interminable.

NO ES UNA CUESTIÓN DE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS

Este verano he pasadocon mi familia primero unos días en Francia, en la costa norte de Bretaña donde hemos disfrutado de sus playas, sus monumentos, su gastronomía y tambien, no menos importante, de la bondad y educación de sus gentes.
Después volvimos a España con la intención de seguir disfrutando de unas tranquilas vacaciones, concretamente a Cantabria, donde tambien pansábamos comer bien y relajarnos en sus playas.  Comer bien donde nos dejaran, claro, porque como viajamos con perro, si en Francia todo eran facilidades aquí todo complicaciones, parecíamos criminales por llevar a Sam con nosotros, no se puede comer con el perro ni en una terraza aislada de los demás comensales. En algunos sitios llegaban al absurdo:
- Señor, en la terraza sólo servimos tapas, no damos comidas.
-Pues traiganos una ensalada.
-No, la ensalada es comida.
Al final un bocata y a dormir la siesta en la playa, que todavía no está prohibido.

MOLESTANDO CON PROHIBICIONES

En realidad no es que seamos anti-perro ó anti-tabaco lo que ocurre es que no nos gusta nada la libertad, seamos realistas, si ahora somos demócratas es porque hemos encontrado en ella el argumento perfecto para inventar (con toda la legitimidad de las mayorías) un sin fin de prohibiciones.
Rosa Regás se pregunta ¿quien decide qué molesta? pues cuatro amiguetes de un consistorio o el dueño de un bar que deciden cómo molestar (no seamos cursis, joder) al mayor número de personas.
Pero yo, lo mismo que la mayoría de los españoles, tengo tambien mis reglas: NUNCA MÁS VERANEARÉ EN ESPAÑA, aunque le joda al ministro Sebastian, o precisamente por eso.